01 de febrero de 2012
Una gran polémica se ha desatado en torno a la publicación, el próximo 14 de febrero del libro ‘Full Service: My Adventures in Hollywood and the Secret Sex Lives of the Stars’. En el libro, Scotty Bowers, ex marine y gigoló bisexual saca del closet a Cary Grant, George Cukor, Spencer Tracy, Katharine Hepburn, y otras de las más rutilantes estrellas de Hollywood en los años 40 y 50.
Una gran polémica se ha desatado en torno a la publicación, el próximo 14 de febrero del libro ‘Full Service: My Adventures in Hollywood and the Secret Sex Lives of the Stars’. En el libro, Scotty Bowers, ex marine y gigoló bisexual saca del closet a Cary Grant, George Cukor, Spencer Tracy, Katharine Hepburn, y otras de las más rutilantes estrellas de Hollywood en los años 40 y 50.
El libro, coescrito por Bowers y Lionel Friedberg, narra su historia a partir del momento en que a los 23 años, tras darse de baja de la marina luego de haber combatido en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, empezó a trabajar en una gasolinera al lado de los estudios Paramount. Según cuenta en sus memorias, un día se paró ante el establecimiento un auto impresionante; dentro estaba el actor Walter Pidgeon, que le ofreció 20 dólares a cambio de sus ‘servicios’. Fue el principio de un negocio secreto en el que la gasolinera servia como cubierta. Sgún cuenta Bowers, Cary Grant, Spencer Tracy, Edith Piaf, Vivien Leigh o Rock Hudson, buscaron sus servicios sexuales o que les consiguiera compañeros sexuales adecuados a sus gustos.
El autor, que ahora tiene 88 años, también afirma en sus memorias que llegó a conseguirle a Katharine Hepburn la compañía de “150 mujeres”. “He mantenido silencio durante todos estos años porque no quería hacer daño a ninguna de las personas de las que hablo”, cuenta Bowers al New York Times. “Pero ahora que muchos están muertos, la verdad no puede herirles.”
El autor, que ahora tiene 88 años, también afirma en sus memorias que llegó a conseguirle a Katharine Hepburn la compañía de “150 mujeres”. “He mantenido silencio durante todos estos años porque no quería hacer daño a ninguna de las personas de las que hablo”, cuenta Bowers al New York Times. “Pero ahora que muchos están muertos, la verdad no puede herirles.”
Casado desde hace 27 años con una mujer (“siempre he preferido la compañía femenina”, afirma), Bowers sostiene que la llegada del sida en los 80 puso fin a sus aventuras: “Mis días organizando encuentros para otros habían terminado. El juego ya no era seguro”.
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