domingo, 7 de junio de 2009

Los Gays y el Oscar: Sólo un actor homosexual ha recibido la estatuilla dorada.

La homosexualidad siempre ha provocado urticaria en Hollywood. Hasta hoy, seis actores gays lidiaron por ganar premios de la Academia.

Sir John Gielgud

Tiene el honor de ser el único actor homosexual que posee un Oscar. Su nombre: John Gielgud. Excelente intérprete británico, Gielgud consiguió alzarse con la estatuilla como Mejor Actor de Reparto el año 1982 por Arturo, el millonario seductor, cinta de Blake Edwards, la mayor gloria de la dupla Dudley Moore-Liza Minnelli, en la que desempeñó el papel de mayordomo de un excéntrico hombre de negocios.

Nominado por Becket en 1967, ha sido uno de los Shakespeares más eminentes en el papel de Hamlet. Asimismo, le dieron la Orden del Mérito por su contribución a las artes, impuesta en 1996 por la reina Isabel II. Es también una de las ocho personas que han ganado un Oscar, un Tony, un Grammy y un Emmy.

Falleció en 2000 a los 96 años, nada menos, sobreviviendo a su pareja Martin Henseler, 30 años más joven que él, muerto en 1999. Algunos de los filmes en los que ha participado son: El hombre elefante, Carros de fuego, Gandhi, El libro de Próspero y Un destello en la oscuridad.


Montgomery Clift

Sus amigos le decían Monty. Considerado uno de los hombres más sexys de todos los tiempos, Montgomery Clift era el Brad Pitt de su época. Talento, carisma y belleza, él tenía las armas para triunfar en el cine y lo hizo; pero a pesar de ser considerado uno de los mejores actores de su generación, Monty no podía con su vida personal. Era demasiado peso llevar tras de sí una preferencia sexual oculta, motivo que le condujo rumbo a la casi autodestrucción en medio del alcohol y las drogas.

Es el actor gay con más nominaciones, la primera en 1949 por Los ángeles perdidos, melodrama sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial; la otra en 1952 por Un lugar en el sol, donde hacía pareja con su amiga y confidente Elizabeth Taylor; la tercera por la famosa De aquí a la eternidad (ocho Oscar en 1954, pero ninguno para Monty), y en 1962 por Vencedores y vencidos. De aguda sensibilidad, el actor tuvo un accidente que le desfiguró el rostro, pero gracias a una operación logró recuperarse. Murió en 1966 de un ataque al corazón.


Sal Mineo

Hijo de inmigrantes italianos, Salvatore Mineo Jr. nació y vivió en el peligroso barrio del Bronx. A los ocho años se hizo miembro de una pandilla juvenil hasta que su madre lo inscribió en una academia de baile después de ser arrestado por robo a los diez años. Así las cosas, el inquieto chico tuvo que decidirse entre ir a un reformatorio de menores o entrar en una escuela de actuación profesional. Al poco tiempo desarrolló una exitosa carrera teniendo ya el nombre de Sal Mineo. Ídolo de quinceañeras, nunca reconoció su homosexualidad, aunque era un secreto a voces. Su apogeo en el cine lo alcanzó el año 1956 con la mítica Rebelde sin causa, en la que encarnó a un chico gay tímido y problemático enamorado de James Dean, por la que fue nominado al Oscar como Mejor Actor de Reparto. De igual manera, en la cima de su apogeo fue otra vez nominado en 1962 por su papel en el drama histórico Éxodo. Con el propósito de no encasillarse, retornó al teatro, donde igual cosechó triunfos, aunque eventualmente trabajó en los años 60 y 70 en películas para televisión y cine como Escape del planeta de los simios. Desapareció de manera prematura en 1976, al ser atacado en plena calle por un extraño que acabó con su vida.


Rock Hudson

Él era como su nombre: una roca. Las mujeres veían en Rock Hudson al galán de ensueño, no en vano durante 20 años permaneció entre los actores más taquilleros de la industria hollywoodense. Representó como ninguno la esencia del perfecto hombre americano: un tipo sano, fuerte y viril de los pies a la cabeza, aunque su gusto verdadero se inclinaba por los de su mismo sexo. De casi dos metros de altura, Hudson encarnó papeles de romanticismo ideal junto a Doris Day en los filmes Secretos de alcoba y Vuelve, amor mío. Su carrera fue creada bajo el sistema de los grandes estudios, llegando a las cimas de la popularidad. En 1957 tuvo su única nominación a un premio de la Academia por Gigante, de George Stevens. Durante los años 70 y 80 participó en cintas menores que no hicieron mucho por la reactivación de su estrellato, pero consiguió un público distinto al ingresar en la televisión con las series Mc Millan y esposa y, sobre todo, Dinastía. Sin la energía de sus mejores épocas y envejecido por el alcohol, fue diagnosticado con sida en 1984, convirtiéndose en el primer famoso en haber sido pronosticado con el VIH. Esta situación lo llevó a replantearse muchas cosas en su vida, al punto que decidió escribir su autobiografía para dar a conocer al mundo lo que siempre había ocultado en un baúl: su homosexualidad. Murió al año siguiente.


Nigel Hawthorne

De la misma cantera que sus célebres compatriotas, el británico Nigel Hawthorne interpretó durante sus 72 años los más variados papeles dramáticos. Durante más de cuatro décadas se desempeñó activamente tanto en el teatro como en el cine y la televisión. El año 1995 recibió una nominación por su gracioso papel en la película Las locuras del rey Jorge, en la que actuó junto al actor también gay Rupert Everett. Alguna de sus actuaciones más recientes en la pantalla grande incluyen El objeto de mi afecto, donde dio vida a un veterano dramaturgo gay, así como Desde el infierno (2001) y Amistad (1997). A pesar de ser openly gay, siempre se mostró contrario a la militancia. En 2001, un inesperado ataque al corazón lo elevó a la inmortalidad después de una larga lucha contra el cáncer de páncreas, cuyo tratamiento de quimioterapia había dado resultados positivos durante 18 meses.


Sir Ian McKellen

En 1999, el actor británico Ian McKellen pudo haberse llevado la dorada estatuilla por Gods and Monsters, donde interpretó a James Whale, el mítico director gay de la legendaria película Frankenstein; pero aunque tanto la crítica como el público lo señalaron como eventual ganador, al final se fue con las manos vacías. Y en 2002 Ian tuvo otra vez la gran oportunidad de subir al podio por su papel en la trilogía de El Señor de los anillos; sin embargo, no se le hizo. Como el gris Gandalf, nuevamente la crítica especializada se rindió ante una gran interpretación que tuvo el reconocimiento del Globo de Oro y del Screen Actor’s Guild. Basada en la obra de ciencia ficción escrita por el genial J.R. Tolkien y dirigida por el australiano Peter Jackson. No obstante, la magia de Ian no pudo.



Fuente: http://www.laprensa.com.bo/domingo/07-06-09/07_06_09_edicion4.php

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